Hades, dios del inframundo

Hades es el dios griego del inframundo y es el custodio de las almas de los muertos. Es hijo de Crono y Rea, y hermano de Zeus y Poseidón.
Hades

Hades, también llamado Plutón, gobernaba el inframundo y el destino de las almas fallecidas. Hijo de Crono y Rea, y hermano de Zeus y Poseidón, tras la victoria olímpica sobre su progenitor, se convirtió en señor del reino oscuro, mientras sus hermanos se repartían la tierra y el mar. Temido y respetado, Hades era el guardián de los secretos de la vida y la muerte de los mortales. Su dominio, el inframundo, era un lugar oscuro donde las almas de los fallecidos eran juzgadas y condenadas.

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Hades y Perséfone

Hades, el dios del reino oscuro, es un personaje de escaso valor mitológico. No obstante, su rapto de Perséfone, la hija de Deméter, la diosa de la agricultura, lo convirtió en un protagonista central. Enamorado de Perséfone, Hades sabía que Deméter no aprobaría su unión, por lo que decidió raptarla. Este acto sumió a Deméter en la desesperación, llevándola a abandonar el Olimpo y vagar por la tierra, negándose a permitir que creciera nada.

El mundo quedó sumido en la oscuridad y la miseria, con campos estériles y animales sin reproducción. Preocupados, los dioses olímpicos intervinieron y Zeus, el padre de Perséfone, obligó a Hades a devolver a la joven. Con todo, Hades la hizo comer una granada, un fruto sagrado, condenando a Perséfone, según el relato popular, a pasar seis meses al año en el inframundo.

Así, Perséfone, como esposa de Hades, compartía su tiempo entre el Olimpo y el inframundo. Con su progenitora Deméter, la tierra florecía en primavera, pero con Hades se volvía estéril en invierno. De esta manera, los helenos explican los cambios de estación y también abordan temas de amor, pérdida y reconciliación.

Hijos de Hades

En la mayoría de las tradiciones mitológicas, Hades es reconocido como el padre de dos hijos: primero, Zagreo, fruto de la unión entre Hades y Perséfone, quien sufrió un trágico destino al ser asesinado por los Titanes; y, segundo, Macaria, hija de Hades y Perséfone, deidad que personifica aspectos de la muerte y la felicidad.

No obstante, en algunas variantes mitológicas se menciona otros descendientes de Hades, tales como: primero, Mefistófeles, representado como un demonio del inframundo, algunas tradiciones sostienen que es hijo de Hades y Perséfone; segundo, Mente, diosa ligada a la mente, también considerada hija de Hades y Perséfone; y, tercero, Leuce, deidad asociada a la luz, algunas versiones mitológicas indican que Leuce es hija de Hades y Perséfone.

Asimismo, se afirma que Hades engendró hijos con otras mujeres, entre las que se encuentran: primero, Tiresias, un célebre adivino ciego que, según algunos, sería hijo de Hades y la ninfa Liríope; y, segundo, Narciso, conocido por enamorarse de su propia imagen, en ciertos relatos se afirma que Narciso es hijo de Hades y la ninfa Liríope.

Reino del inframundo: Hades

Hades y su esposa, Perséfone, regían su reino homónimo, Hades, que estaba dividido en dos regiones: el Tártaro, un abismo profundo donde habitaban los Titanes, y el Erebo, el primer destino de las almas al morir.

Para acceder al Hades, había que cruzar varios ríos, tarea encomendada al anciano Caronte, un barquero que siempre exigía una moneda por sus servicios, hecho que dio origen a la tradición griega de enterrar a los muertos con una moneda en la boca. Más allá se encontraban las puertas del Erebo, custodiadas por Cerbero, un perro de tres cabezas y cola de serpiente, capturado por Hércules en una de sus hazañas. El perro de Hades era famoso por su ferocidad y por impedir que los vivos entraran al inframundo.

Al entrar en Hades, se revelaba el sombrío palacio divino de Hades y Perséfone, un lugar oscuro y lúgubre con numerosas puertas y ventanas por donde constantemente entraban y salían almas. Al llegar al Erebo, las almas eran juzgadas por Minos, Radamantis y Éaco, tres jueces que decidían su destino final. Las almas virtuosas eran enviadas al Elíseo, un lugar de felicidad y placer. Las almas oscuras, en cambio, eran condenadas al Tártaro, un lugar de sufrimiento y oscuridad.

Bibliografía: Carmona, M. B., & Gallego, M. B. (2003). Diccionario de Mitología: dioses, héroes, mitos y leyendas.